Nacionales

La ética, práctica anticapitalista

La profesora de la Universidad Central de Venezuela Zhandra Flores nos explica un poco la diferencia entre la ética revolucionaria y la liberal, exponiendo ciertas actitudes que nos debilitan a medida que alimentan al capitalismo

Quizás nos sorprenda, después de tanto adoctrinamiento procapitalista, que no solo existe aquella ética que aprendemos a lo largo de la vida y en los colegios; y que, además, no es la ética que debe regir la vida de una persona autodenominada revolucionaria.

Para que nos explicara esto con detalle, hablamos con una profesora que da clases en la Escuela de Comunicación Social de la UCV y, además, es investigadora en el instituto “Rodolfo Quintero” de la Facultad de Ciencias Económicas y Sociales de la misma universidad, de donde, también, es egresada de Estadística. Se llama Zhandra Flores y parece muy joven para el dominio teórico de tantos temas. De ahí podemos deducir cuánto ha estudiado. Sin embargo, el adjetivo que parece definirla mejor es uno que, culturalmente, debido a un intenso bombardeo propagandístico del capitalismo, te puede excecrar de ciertos grupos: Zhandra es, orgullosamente, comunista.

Nos reunimos, como era no solo debido sino lógico, en la misma universidad en donde hace tanta vida. Llegamos y la fuimos a buscar en su cubículo. Después, en una pequeña plaza, nos sentamos para darle inicio a la plática. Se disgustó cuando le mencioné que debía posar para Jonathan, el fotógrafo, pero después lo hizo muy bien

—Háblanos un poquito de la ética según el Marxismo

—Ética es la concepción de cómo debe verse el mundo: qué es correcto, qué es incorrecto. Para el marxismo, la principal distinción es que, bueno… estamos en un sociedad de clases en donde hay relaciones de explotación. Lo que ordena el resto del sistema es el antagonismo entre capital y trabajo, que supone entonces la existencia de capitalistas y asalariados. Supone, también, una relación transaccional en la que tú no solamente vendes tu fuerza de trabajo, sino que vendes tu tiempo, te vendes a ti mismo y hay otro que compra (y te compra) porque tiene los medios para ello. Pero esa no es la única relación importante. También están otros validadores culturales que son inmateriales, que están en el plano del símbolo y que también son enemigos de los explotados. En tal sentido, esa distinción ética, para nosotros, no supone oponerse aéreamente a cosas sino que te pone a actuar en consecuencia para romper las relaciones de explotación de todas ellas. Empezando por el antagonismo capital-trabajo, pero sin descuidar los otros aspectos.

—O sea, son tus acciones canalizadas a la transformación de la sociedad

—Sí, exacto. Es una práctica. Fíjate que no se define como una actitud ideal sino como una forma de entender el mundo y una práctica que se corresponde con esa enunciación. Cuando digo que soy revolucionario, eso no debería limitarse a una consigna: “¡Abajo el capitalismo!’’, “¡Proletarios del mundo, uníos!’’ o “¡Viva Chávez!’’. No es eso, sino una práctica que, desde donde tú estás y desde lo que hagas, no solamente seas capaz de identificar la opresión y la expoliación, no solamente seas capaz de denunciarlo sino que, además, hagas cosas para acumular fuerzas con otros —ya que la acción es en colectivo— y transformar las relaciones de explotación.

—Diferencia esta ética con la ética del liberalismo

—La ética liberal se define como una cosa externa a las personas. Es un deber ser, pero que es externo. Tú no tienes ningún papel en su definición. Es una norma social impuesta, definida previamente y que, se supone, representa el “bien’’ de la sociedad. Es decir, las cosas que se consideran “correctas’’. Entonces, hay una distinción, un poco maniquea, entre el “bien’’ y el “mal’’. Esto es externo al sujeto. El sujeto no tiene nada que ver.

—Por ejemplo

—“Es malo robar’’, “es malo matar’’. No hay modalizadores. Es malo y punto. Cosas como “es malo mentir’’ o “los periodistas deben decir la verdad’’, “estamos comprometidos con la verdad’’, que es una cosa que dicen mucho los periodistas. Y uno se pregunta cuál verdad y según el punto de vista de quién. Esas modalizaciones no existen. Se construyen en torno al deber ser. El sujeto no tiene que hacerlo, solo que está la norma social allí, en la aspiración de que el sujeto la cumpla.

—¿Qué son los “modalizadores”?, ya que los nombramos tanto

—Los modalizadores son una cosa que te describe una situación, que le da como cierto sentido, que la limita en el tiempo y el espacio.

—¿Que la contextualiza?

—Correcto.

—Entonces, ¿lo que nos enseñan desde pequeños como ética no es más que ética liberal?

—Claro. Absolutamente. Porque es el pensamiento predominante. Ciertamente tiene que ser así porque, aunque tú te definas como anticapitalista o antisistema o revolucionario (que, en realidad, si tú eres revolucionario es porque eres anticapitalista. De otra manera no se puede ser revolucionario en el capitalismo), te defines a partir de la oposición a esas lógicas existentes: tú no existes (como revolucionario) sin el capitalismo. Entonces, primero, estás institucionalizado por la lógica del sistema; y, luego, la experiencia vital nos va llevando a otras cosas. Pudiera no llevarnos también, da igual. Es decir, a todos nos enseñan la escuela, las familias, la institución religiosa, toda esa concepción de mundo nos impregna desde pequeños. Todo el sistema está diseñado para eso, para que se reproduzca culturalmente, es decir, ideológicamente.

—¿Dentro de la ética del marxismo hay cabida para lo socialmente impuesto, aquello que tú mencionabas como “mentir es malo’’, “robar es malo’’?

—Bueno, eso es un poco complicado porque mentir, robar, el daño al otro no son conductas revolucionarias, porque siempre hay otro. Y la opresión no es una cosa que tú puedas definir, tampoco, aplicada sobre una persona en concreto. Es el sistema el que oprime. Evidentemente, hay sujetos concretos que viven la opresión de formas más humillantes o degradantes, pero eso no quiere decir que la opresión sea únicamente una realización o un problema de esas personas. Es la construcción liberal la que personaliza. Según esta concepción, el problema no es la opresión sino que tales personas vivieron unas circunstancias infortunadas. Como para los revolucionarios la construcción del sujeto social es siempre colectiva, tal cosa no tendría mucho sentido. Por ejemplo: ante la afirmación “robar es malo’’, habría que preguntarse cómo es malo robar, en dónde es malo y por quién. Si eso le salva la vida a alguien, ¿lo harías? Es una cosa que no se puede definir sin los modalizadores y las circunstancias.

—¿Cuál es la diferencia entre la ética liberal y la moral liberal?

—Ah, bueno, como te decía antes, la ética liberal se construye como un deber ser, una cosa que está externa al sujeto o una norma social. En cambio, la moral corresponde a la actuación individual, lo que el propio sujeto toma de esa ética y lo considera como adecuado para su actuación individual.

—¿Y la diferencia entre ética y moral revolucionaria?

—Yo no veo que exista tal distinción. Me parece absurdo plantearlo.

—¿Por qué?

—Si la ética revolucionaria supone una construcción colectiva de la actuación del sujeto, de la presión contra el sistema, tú nunca estás fuera del colectivo. Aunque tú seas un sujeto concreto que actúa de unas determinadas maneras y que valora las cosas individualmente, eso no se construye solo. En esa actuación y en esa construcción individual está el otro, y es el otro un sujeto concreto y también el sistema social. Es un sentido del otro amplio.

—Cuando se aprenden valores en la familia y en las distintas instituciones que pasan por nuestra vida, ¿qué nos enseñan?

—Ideología, moral liberal, generalmente. También te pueden enseñar moral revolucionaria, eso depende. Los valores están más asociados a instituciones de la esfera más privada, particularmente las familias, las escuelas, la institución religiosa. Son esas instituciones, y no otras, las que tienen un peso más decisivo en la construcción de los llamados valores que, al final, son ideología: formas que se consideran positivas de la actuación, pero positivas como siempre. Entramos al mismo dilema liberal.

Es una cosa que se define abstractamente, lejos del sujeto. Es como un deber ser, así como cuando una mamá le dice a un niño:

“Oye, no le pegues a fulanito. Te estoy enseñando a respetar al otro’’. No es lo mismo eso a que le diga: “No le pegues a fulanito porque, si lo haces, te pego yo’’. En esa última forma hay una acción coercitiva y aunque se supone que estás enseñando respeto, no lo estás haciendo de la misma manera. Entonces, cuando enseñas valores, también estás enseñando comportamiento, estás modelando la conducta, estás haciendo al sujeto socialmente viable, estás enseñando aquello que la sociedad considera correcto, y ¿en qué sociedad estamos? Pues en la sociedad capitalista. O sea: ¿cuáles son los valores, cuáles son dominantes dentro de nuestro sistema? Pues los del capitalismo, y por eso estás enseñando ideología, aunque no tengas consciencia de ello.

/N.A

Articulos Relacionados

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Back to top button