Economía

Trabajo infantil, la deuda que urge erradicar en Panamá

Pero la realidad de Julián no es un hecho aislado, apenas resulta una historia entre los 26 mil 710 niños de ambos sexos de cinco a 17 años que en Panamá hoy engrosan las últimas cifras del trabajo infantil, según el Instituto Nacional de Estadísticas y Censo de la Contraloría General de la República

Tan solo tiene 14 años y sus músculos, apenas en desarrollo, ya sienten el rigor de los sacos de fruta que diariamente carga a cambio de 10 dólares para ayudar a su madre soltera.

Pero la realidad de Julián no es un hecho aislado, apenas resulta una historia entre los 26 mil 710 niños de ambos sexos de cinco a 17 años que en Panamá hoy engrosan las últimas cifras del trabajo infantil, según el Instituto Nacional de Estadísticas y Censo de la Contraloría General de la República.

Y aunque por sus calles no suelen pulular pequeños vendedores, malabaristas y limpiadores de autos como en otras urbes de la región, este fenómeno global resulta una deuda que urge erradicar en una economía floreciente.

Tal vez por ello, o más bien por el afán de alcanzar la meta de declarar a Panamá libre del trabajo infantil en 2020, el Ministerio de Trabajo y Desarrollo Laboral impulsa dos iniciativas: Programa de acción directa gubernamental y Sembrando valores para el futuro.

Según la jefa de la Dirección contra el Trabajo Infantil y Protección de la Persona Adolescente Trabajadora de esa entidad, Nohely Nieto, el primer proyecto involucra a varias instituciones gubernamentales y busca ofrecer a los infantes una atención en educación, salud y la garantía de todos sus derechos.

En tanto el segundo, es un plan piloto que involucra a jóvenes entre 15 y 17 años, los cuales trabajan en unas 30 empresas a medio tiempo y por un contrato que les garantiza salario y seguridad social, para así culminar los estudios.

La última Encuesta de Trabajo Infantil, publicada en octubre pasado, refiere que la mayoría de los niños trabajadores se concentran en las comarcas y en las áreas rurales del país, por lo que este flagelo es algo intrínseco a la pobreza y pobreza extrema.

También evidencia que 14 mil 758 menores dedican varias horas de la semana a la agricultura, ganadería, caza y pesca, en tanto cuatro mil 340 se desempeñan en el comercio, la reparación de vehículos y motocicletas, y otros mil 924 laboran en la construcción.

Incluso, refleja un descenso en los últimos dos años de 50 mil 410 a 23 mil 700 menores sometidos al rigor de una doble jornada, en detrimento de su salud física y emocional, pues en el 69 por ciento de los casos intentan dedicar tiempo a los estudios, tras concluir la jornada laboral.

Pese a los buenos deseos, lo cierto es que el trabajo infantil resulta una realidad que también tiene sus raíces en la falta de empleo decente para los adultos, de protección social y en la incapacidad de los gobiernos para garantizar la asistencia a clase hasta cumplir la edad mínima legal para laborar.

De ahí que en el Día Mundial contra el Trabajo Infantil, los gobiernos centren la atención en la importancia de una educación de calidad para luchar contra este flagelo, que roba sueños y esperanzas como a Julián.

/N.A

Articulos Relacionados

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Back to top button