Opinión

Huelga contra huelguistas

Lanzar una huelga de hambre para exigir la fecha de un proceso cuya realización está pautada en la Constitución y la ley, resulta un acto tan patético como sospechoso

Lanzar una huelga de hambre para exigir la fecha de un proceso cuya realización está pautada en la Constitución y la ley, resulta un acto tan patético como sospechoso. No tiene precedente político que la última forma de lucha pacífica se active por una obviedad, algo así como lanzarse en ayuno indefinido exigiendo que el día de la Independencia se celebre el 5 de julio y la Navidad en diciembre. La verdad es otra. La reciente huelga de hambre fue contra los huelguistas del pasado. Como decir, de Voluntad Popular y La Salida contra la MUD y, si la personalizamos, de Leopoldo López contra Henrique Capriles

En la oposición existe una guerra de liderazgos y egos. La tarjeta única es la cobija para cubrir las escaseces cuantitativas. Ayer no la quería Primero Justicia, para dejar desnudos a Copei, AD y UNT. Hoy es Voluntad Popular el que la rechaza, sobre todo después de las primarias chucutas que casi lo convierten en la primera fuerza de la oposición. La alianza culinariamente denominada del “huevo frito”, al ver los números, corrió a cubrirse con el edredón de la tarjeta única. 

Después de esas primarias, la extrema derecha consideró llegado el momento de imponer su agenda a los “colaboracionistas” de la MUD. Convocó a una marcha que la alianza desautorizó pero a la que, luego, asistieron algunos de sus dirigentes, otra vez chantajeados por los medios. Los guarimberos impusieron la agenda y se engolosinaron. Dieron un paso adelante -o un salto en el vacío- y lanzaron una huelga “de hambre” que se les enredó. Se montaron en un tigre y no hallaban cómo apearse. El Cardenal les lanzó un salvavidas al pedirles que volvieran a papear y al bautizar como “gesto valiente” tan deshidratante disparate político. ¡Ay del octavo mandamiento, monseñor!

En el pugilato egolátrico, López había ganado el round de la marcha unilateral, pero al meterse envalentonado en las cuerdas de la “huelga de hambre”, Capriles lo jabeó y le clavó un gancho al hígado que ameritó conteo de protección. Esta pelea malosa no ha terminado todavía y a cada rato cae en el clinch. No será el “combate del siglo”, pero ofrece algunos rounds divertidos.

Profesor UCV

/N.A

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