Ciencia y Tecnología

Hormigas rojas salvan a paracaidista al caer 4500 metros

En septiembre de 1999 tuvo lugar un hecho insólito, uno que probablemente daría para una buena película. Si los accidentes en paracaidismo rara vez acaban bien, lo ocurrido en aquellas fechas no tiene adjetivos. Una mujer cayó desde 4 mil metros de altura, y un grupo de hormigas le salvó la vida.

Para ser más exactos, la caída fue desde 4.500 metros, y la protagonista de la escena fue Joan Murray. La mujer, una ejecutiva de un banco con sede en Carolina del Norte, tenía cierta experiencia en paracaidismo antes del accidente.

Después de haber saltado en prácticas más de 30 veces, se sentía preparada para un salto en caída libre (una modalidad que consiste en descender sin desplegar el paracaídas hasta el límite en que ha de abrirse).

Con apenas lo suficiente para obtener su licencia inicial, el 25 de septiembre saltó desde una altura de 4.500 metros alcanzando una velocidad de 130 km/h. Sin embargo, Murray se percató poco después que su paracaídas principal no se abría. La mujer continuó el descenso tratando de averiguar en cuestión de segundos qué demonios podía hacer.


Image: Pixabay

Los aficionados a este deporte saben que cuando el paracaídas no se abre, se debe cortar la cuerda principal (para que el de reserva no se enrede con él) y liberar la reserva. Si este tampoco funciona bien, no quedan muchas más opciones.

Sea como fuere, el de reserva acabó funcionando cuando estaba a una distancia de 200 metros del suelo. Sin embargo, la adrenalina que corría por sus venas provocó el miedo y pánico en la mujer.

La rotación constante impidió que el paracaídas secundario se inflara adecuadamente, lo que inevitablemente condujo a un aterrizaje forzoso y tremendamente accidentado sobre un nido de 250.000 hormigas de fuego.

El impacto de la caída destrozó la parte derecha del cuerpo de Murray. Para empeorar las cosas, las hormigas la asaltaron y picaron repetidamente. Vale la pena recordar que una sola picadura de esta especie es muy dolorosa. La mayoría de las colonias tienen forma de cúpula y generalmente cada uno de estos nidos cuenta con cientos de miles, un pequeño ejército que atacó sin piedad a la paracaidista. Además, y dependiendo de la persona, la reacción alérgica al veneno de la hormiga puede llegar a causar la muerte.

Image: Joan Murray (Ofpof)

Por suerte para la mujer, lo que parecía un desafortunado encuentro iba a resultar vital. Cuando llegaron los servicios de asistencia a la zona donde había caído contaba con más de 200 picaduras. Joan se encontraba semiinconsciente e inmediatamente la llevaron a un hospital.

Los médicos determinaron que las picaduras le salvaron la vida, le provocaron una especie de descarga de adrenalina, que a su vez sacudió los latidos de su corazón y estimularon sus nervios.

El ataque de los insectos mantuvo su corazón latiendo y sus órganos funcionando lo suficiente como para mantenerla con vida durante el transporte, donde cayó en estado de coma durante dos semanas.

Murray finalmente se recuperó, aunque no dejó el paracaidismo. Dos años después de su recuperación total, la mujer volvió a subirse a un avión para saltar, “la adrenalina es indescriptible”, cuenta la protagonista de esta asombrosa historia.  

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