Opinión

Atrapados y sin salida

1 La alta dirección de la oposición está pagando, con creces, las consecuencias de sus desacertadas políticas. Esta visto que no aprende las lecciones de pasados errores. Con una terquedad sorprendente reincide a cada momento. Solo en relación con la etapa en que Maduro ejerce la presidencia -no vale la pena mencionar su comportamiento durante los dos gobiernos de Chávez, bien conocido por el país- no ha pasado una oportunidad en que no haya incurrido en acciones que revierten negativamente en su contra. Desde el instante en que Maduro ingresó a Miraflores, el objetivo que se trazó la MUD fue derrocarlo. Incluso, en un episodio en que la oposición alcanzó un importante éxito, como fue la victoria en las elecciones parlamentarias del 6 de diciembre de 2015, repitió la línea subversiva cuando pretendió utilizar a la Asamblea Nacional como instrumento para acorralar al Jefe del Estado y provocar su caída. El propósito fracasó y sirvió para que el Legislativo se derrumbase y se agregara una nueva frustración del sector opositor.

2 Lo sucedido el pasado 23-E es emblemático. Una vez más los dirigentes de la oposición convocaron a manifestar para conmemorar la fecha, pero con el propósito de demostrar su poderío en la calle, presionar al Gobierno e impactar nacional e internacionalmente. En el fondo la convocatoria tuvo la intención de demostrar fuerza y atender la presión de los sectores radicalizados. En otras palabras, utilizar el recurso democrático de manifestar para impulsar la desestabilización. Todo ello inscrito en el esquema de derrocar al Presidente constitucional que la oposición considera un tirano.

3 El resultado fue patético. Un fracaso total que contrastó con el éxito de la manifestación del chavismo y sus aliados en homenaje a la figura esclarecida de Fabricio Ojeda. Tal situación confirma que el proyecto oposicionista, aupado por los más radicales, no tiene aceptación en el país. Que la estrategia destinada a sacar a Maduro de Miraflores es equivocada. Que la mayoría de los venezolanos prefiere que el Presidente siga en el cargo a un cambio que no es tal. Porque la alternativa sería una oposición dividida, sin proyecto nacional. En síntesis, un auténtico saco de gatos donde se libra una pelea mortal por candidaturas presidenciales, de gobernadores y alcaldes.

4 La situación que impera en el seno de la MUD y en otros ámbitos opositores no genera optimismo para andar manifestando. Avanza en el pueblo opositor el desánimo. La convicción de que Maduro debe concluir su período constitucional y que lo que importa es la estabilidad institucional y la paz. Un analista político que no es chavista, como Luis Vicente León, calificó la marcha opositora como una “demostración de desmotivación”. Pero Capriles Radonski explicó que el fracaso se debía al formato convencional de las convocatorias, y que a partir de ahora había que hacerlo de improviso. O sea, el remedio peor que la enfermedad. Definitivamente, la dirigencia de la oposición no aprende. Dieciocho años de fracasos no son suficientes para acceder a la realidad, que no es otra que una situación de atrapados y sin salidas.

Laberinto 

Cuando la jauría se ensaña en la memoria de Hugo Chávez, cuando se desconocen sus valores y méritos, y todo cuanto él representa para vastos sectores populares, surge de un adversario del expresidente, Carlos Raúl Hernández, politólogo brillante, un comentario que publicó en su columna en el diario El Universal -8 de enero de este año-, con el título “Profetas armados, desarmados e ingenuos”, que dista de la patética ignorancia de los adversarios del líder bolivariano….

Aplacé por unos días referirme al trabajo de Hernández, y ahora lo hago para contrastar el criterio de un analista inteligente con la basura que la derecha lanza a diario contra Chávez. Hernández escribe (cito textualmente): “Sin armas, aplastado militarmente, en pocos años Chávez se recupera, gana las elecciones y desarticula todo lo que lo rodeaba. Su habilidad excepcional desarmó pieza a pieza un poder construido en 40 años. Pudo seducir, engañar, dividir, presionar y atemorizar a quienes debían oponérsele y actuó según las enseñanzas fundamentales de Maquiavelo: dividir al adversario y ganar la mayor cantidad de aliados posibles, por lealtad o miedo”…

Continúa el columnista: “Sin tanques ni batallones, y después de recibir una derrota militar en 1992, el arma que usó fue la inteligencia, la astucia estratégica que permite a un profeta desarmado salido de la cárcel como golpista solitario y en ruinas, convertirse en profeta armado”…

Hasta aquí la cita. Yo me permito agregar lo siguiente: Chávez se convertiría en el hombre que más leyó y estudió estando en la Presidencia de la República. Que supo llegar a lo más profundo del alma popular y dejar un legado de dignidad y de patria…

Pero hay algo más que surge de lo que opina Hernández de Chávez: No lo expresa claramente, pero en el fondo insinúa algo que los detractores del líder ocultan y no aceptan…

Me refiero al factor subestimación. La clase política puntofijista lo despreció. No le reconoció mérito alguno, ni político, ni intelectual, ni militar. Seguramente creyó que ignorando sus cualidades naturales podía combatirlo con éxito, cuando lo que en verdad logró fue apuntalar su estrategia de infiltrarse a través de las estructuras institucionales. Intelectualmente se preparó más que sus adversarios. Asumió la política con más claridad y sentido del poder que los políticos profesionales, y el conocimiento que tenía del mundo militar le sirvió para realizar un cambio espectacular al interior del mundo castrense.

Fabricio Ojeda

El homenaje al líder del 23 de enero, el traslado de sus restos al Panteón Nacional confirma la existencia de una referencia ética que los venezolanos aprecian. La presencia en las calles ese día de miles y miles de personas, de mujeres, hombres, jóvenes y de veteranos de la lucha social unidos en torno a la figura mártir del estratega de los hechos que provocaron el derrocamiento de la dictadura, fue conmovedora. Y, además, contrastante con la escuálida marcha convocada por los dirigentes de la oposición.

El acto celebrado en el Panteón rompió formatos. Dio al traste con formalidades y puso de relieve lo que es la nueva realidad nacional. De cómo una de las prédicas fundamentales de Fabricio, la unidad de los venezolanos y la versión política de la alianza pueblo-Fuerza Armada, se expresó en el evento cabalmente. Veteranos dirigentes del movimiento guerrillero y miembros de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana compartieron la conmemoración. A las notas del Himno Nacional siguieron las del Himno de la Fuerza Armada de Liberación Nacional, obra del capitán, ideólogo y poeta Manuit Camero, quien fuera detenido, asesinado y su cuerpo desaparecido. Fabricio Ojeda, periodista, maestro de escuela, luchador social, guerrillero, es un haber de la revolución venezolana. Alguien que recoge el fervor de un pueblo y de ahí la emoción que se observó en el traslado de sus restos desde el Cementerio General del Sur al Panteón Nacional. Pero, al mismo tiempo, su figura austera, digna, combativa, constituye un inequívoco mandato de lealtad a los principios. Lo que de él dimana es compromiso ineludible. En el Panteón no será un símbolo hierático para rendirle homenajes periódicos, sino alguien que está alerta con su ejemplo ciudadano para impedir desviaciones y traiciones.

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