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¿Acoso sexual o simples piropos?

El "piropo callejero" es aún visto como una práctica inofensiva, sin embargo, hay quienes consideran que es una de las formas de violencias de género más comunes en el mundo.

La controversia sobre la violencia sexual contra las mujeres sigue incrementando cada día en todo el mundo, al tiempo que los estudios muestran cifras alarmantes de acoso o femicidios.

En medio de este escenario surge el debate sobre lo que han llamado acoso callejero, que ocurre a través de expresiones conocidas como "piropos", que lleva a algunas mujeres a sentir hostigamiento al transitar en público.

Para conocer lo que la audiencia sobre este tema, se preguntó a hombres y mujeres a través de Facebook, que reflejan las diferentes ideas que giran entorno al piropo callejero.

“Constituyen un abuso de poder”

Para Sandra Pasquini, "constituyen un abuso de poder, una clara evidencia del patriarcado. Basta con que los enfrentes y expongas para que el acoso mute rápidamente en violencia en forma de insulto o intimidación y esta es la forma más fácil de demostrar que ese ‘halago’ es violencia disfrazada”.

De acuerdo con una investigación realizada por la organización Mujeres de la Matria Latinoamericana (Mumalá) publicada el pasado 25 de septiembre, el paulatino acceso de las mujeres al mundo del trabajo ha ido transformando el espacio público.

Mumalá cree que la idea de la seguridad ha sido una construcción patriarcal, a la cual se le atribuye un acto contra la inmunidad individual solo acciones criminales o delictivas por afectar a la propiedad privada y solo por esas causas pueden contraer soluciones con medidas condenadas.

Por otro lado, María Del Pilar Peña opina que “depende, pero normalmente es acoso. Uno no va por la calle esperado que los hombres se fijen en uno. Yo me visto y arregló para mi, no para llamar la atención”.

Mumalá documenta que existen distintos tipos de acoso callejero, que hacen que las mujeres cambien sus rutinas para conservar su seguridad personal, y esto implica cambiar las conductas hasta naturalizarlas, condicionando de esta manera la libertad femenina. 

También hay hombres que rechazan los piropos callejeros y los ven como una consecuencia grave desde la perspectiva de la mujer. Leo Saluzzo explica que “el piropo es el acoso disfrazado de romanticismo… no hay consecuencia positiva para una mujer que recibe deliberadamente opiniones subidas de tono ( o no ) de extraños”.

“Inconscientemente están compulsivamente tratando de llenar carencias de afecto”

La psicóloga clínica Ana Yendry Morales, en entrevista para La Nación, explica que “es verdad que existen casos donde algunas mujeres aprecian los piropos o halagos externos porque desde algún lado inconscientemente están compulsivamente tratando de llenar carencias de afecto. Es su forma de legitimarse en la medida que son miradas por el otro, de ser notorias en evidencia”.

De esta manera, existen mujeres y hombres que apoyan este tipo de violencia callejera, o que la vean como un hecho común para todas las mujeres que lo viven día a día. 

Andrés Felipe Valencia Cipión, asegura de que el hecho de que un piropo callejero sea considerado o no acoso sexual "depende de las palabras que se usen y el motivo de la persona". A su juicio, considerar esta práctica un problema quita a los hombres "el derecho a decirle a una mujer cuando nos parece bonita o atractiva… Las mujeres también lo hacen y mucho, y no lo convertimos en problemática social". 

A su vez, Reyenary Torres opina que un piropo puede tratarse de un tipo de estimulación hacia el autoestima. Asegura que “todo depende de quien lo diga porque hay unos que dan risa y otros que sí levantan la autoestima, pero otros que incomodan e intimidan”.

En la actualidad, ocho de cada 10 mujeres prefieren salir con compañía para sentirse “más segura en la vía pública”. También, el 50 por ciento de las mujeres consultadas por Mulalá expresó utilizar ropa que pase desapercibida para evitar “ser víctima de acoso callejero”.

El estudio además expresa que el efecto de inseguridad que viven las mujeres “es diferente del que experimentan los hombres, e incide en la manera en que nos movilizamos, organizamos nuestra vida y nuestra cotidianeidad”. 

La coacción de género es uno de más frecuentes problemas América Latina, y se manifiesta en diversas formas (física, psicológica, económica, simbólica, entre otras) causando el femicidio en muchas ocasiones, como la forma más grave de violencia contra las mujeres.

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