Salud

Por esta razón no bajas de peso, aunque hagas dieta

Es posible que en algún momento de tu vida hayas probado alguna de estas (o todas) y que no hayas visto ningún resultado. Incluso puede que hayas seguido los consejos de los médicos y adoptases un estilo de vida sano, comiendo frutas y verduras todos los días combinado con ejercicio regular.

Según un nuevo estudio de la revista médica BMJ, una de las razones por las que mucha gente no pierde peso es por la velocidad a la que ingiere la comida. De acuerdo con los datos obtenidos de 60.000 personas, quienes comían rápido tenían un 42% más de probabilidades de sufrir obesidad frente al 29% de aquellos que comen a un paso más relajado.

Estos resultados no son una novedad, pero se unen a una larga lista de conclusiones que refuerzan la teoría que dice que comer lentamente puede ayudar a perder peso. Primero porque se ha relacionado la rapidez de ingesta con la resistencia a la insulina y la aparición de problemas en la tolerancia a la glucosa. Estas dos afecciones tienen un efecto directo en el metabolismo y la quema de grasas, haciendo que el primero trabaje más lento y el segundo se convierta en un difícil trabajo.

Y segundo, porque como explica la dietista Cynthia Sass en la revista Time, está comprobado que quienes comen lento se sacian antes por lo que terminan comiendo menores cantidades (que se traduce en pérdida de peso). Es decir, es tan importante lo que comes, y cómo lo ingieres.

Cambiar la manera en la que te has alimentado toda la vida lleva su tiempo, pero el primer paso para conseguirlo es proponérselo. A partir de ahí puedes seguir ciertos tips como soltar los cubiertos mientras masticas la comida, alternar alimentos y bebida, o practicar en otros momentos del día con un poco de chicle, entre otros.

En principio, el tiempo medio que deberías dedicar a cada bocado es de unos 30 segundos. Esto puede parecer demasiado, pero se ha comprobado que a esa velocidad uno se siente lleno antes y come menos a lo largo del día (pero sin pasar hambre). Si no lo consigues la primera vez, prueba a masticar 10 veces cada vez y luego subir a 20. Poco a poco.

Es cuestión de crear un hábito y cuanto antes se haga mejor. La educación alimentaria es básica sobre todo en los más pequeños de la casa. Sobre todo porque así las probabilidades de sufrir sobrepeso u obesidad en el futuro se reducen, y con ello las posibles enfermedades asociadas.

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