Ciencia y Tecnología

Ivic resguarda especies de crustáceos de El Caribe para su investigación

La muestra es considerada de referencia para la identificación de estos invertebrados

Un total del 60% de las especies de agua dulce y salada de crustáceos existentes en El Caribe tienen su registro en la colección que alberga a este grupo de invertebrados en el Instituto Venezolano de Investigaciones Científicas (Ivic).

En 50 años de estudio y custodia se ha reunido a 1.183 especímenes pertenecientes a 392 especies y 185 géneros. De estas especies, 56 fueron descritos por primera vez por el personal del instituto para formar parte de la muestra, inscrita desde 2002 en el Registro Nacional de Colecciones Biológicas, perteneciente al Ministerio del Poder Popular para Ecosocialismo y Aguas (Minea).

La presencia de los 56 holotipos, es decir ejemplares de especies nuevas para la ciencia identificadas en Venezuela, le ha valido el tercer lugar en el continente americano como muestra con mayor número de estos registros provenientes de la región del Neotrópico. El primer lugar lo ocupa la colección del Museo Nacional de Historia Natural del Instituto Smithsoniano (Estados Unidos).

La mayor parte de los holotipos descritos corresponden a cangrejos de agua dulce representantes de la familia Pseudothelphusidae. Estos invertebrados forman parte del grupo decápodo, llamado así por poseer 10 patas, entre las que se suma el par de pinzas o tenazas característico de algunos de ellos.

“Contamos con todos los grupos encontrados en aguas marinas y continentales. Sin embargo, tienen mayor presencia los crustáceos decápodos, tales como cangrejos, langostas y camarones. La colección representa una visión bastante completa de cuál es la distribución de este grupo en el país, lo que provee de información útil para establecer planes de conservación a largo plazo”, indicó el curador de la colección, Héctor Suárez.

Del total de 392 especies registradas, 131 corresponden a cangrejos de agua dulce (33,42%); 106 (27.04%) están identificados como cangrejos marinos; mientras que 62 (15,82%) representan a los camarones marinos; y 28 (7,14%) a los camarones dulceacuícolas.

La muestra biológica es considerada de referencia pues ofrece datos para identificar y comparar especímenes y diseñar planes de manejo en el caso de especies en riesgo. De igual manera, cuenta con individuos que fungen como marcadores biológicos para determinar el riesgo de colapso de ecosistemas, pues solo habitan en cuerpos de agua sin contaminación. Los registros acuciosos de varios géneros de crustáceos también permiten hacer estudios prospectivos para determinar el comportamiento y situación de los mismos.

Debido a la cantidad de especímenes registradas la colección está organizada por lotes. Cada individuo se encuentra preservado en recipientes con alcohol, numerado e identificado. La información también incluye la referencia del año de la recolección, el lugar exacto y la persona encargada del proceso. Todos los datos pueden ser consultados en el catálogo electrónico.

Conquistadores por naturaleza

Los crustáceos son un grupo de invertebrados muy versátil. Pueden encontrarse en ríos, cuevas, lagunas, ambientes marinos y estuarios. Su capacidad de adaptación al cambio les permite vivir en zonas por encima de 2.200 metros de altura sobre el nivel del mar, sumergirse a 5.000 metros de profundidad, e incluso resistir temperaturas por encima de 300 grados centígrados.

La diversidad de géneros y formas de vida que abarca a estos seres les ha llevado a desarrollar órganos y piezas anatómicas para subsistir. Tal es el caso de los crustáceos que abandonaron el medio acuático para habitar el ambiente terrestre. El cambio de hogar les obligó a modificar las branquias por un pseudo pulmón para respirar fuera del agua.

La colección alberga especies llamadas “raras”, debido a su distribución y comportamiento. Entre estas resaltan los individuos del género xxxx que eligen a las agallas de los corales como hogar y cuyo único registro nacional reposa en la muestra. De igual manera, tienen cabida a especie de diversos países de América del Sur y del continente asiático.

Las investigaciones realizadas gracias al registro de estas especies han derivado en dos libros: El Sistema de Maracaibo (1973) y Los Crustáceos Decápodos de Venezuela (1980), ambos de Gilberto Rodríguez, fundador del muestrario en el instituto. Estas publicaciones marcaron pauta en los estudios carcinológicos en Venezuela, Sur América y Centroamérica, debido a que compilan el material obtenido y establecen los primeros parámetros biogeográficos para identificar a las familias de crustáceos.

Huellas criollas

Especies endémicas venezolanas también fueron retratadas para el registro. Microthelphusa rodriguezi forma parte de este conjunto y corresponde a un cangrejo de agua dulce hallado únicamente en suelo criollo. A los representantes de este género se les puede encontrar en los ecosistemas de la cordillera de la costa y en los tepuyes.

Las cuevas de la Sierra de Perijá, ubicada en el estado Zulia, son el ambiente ideal para los miembros del género Chaceus, descrito en la colección. En la cordillera del parque nacional Waraira Repano, ubicado en la ciudad de Caracas, conviven cinco especies de decápodos que podrían estar en riesgo debido al impacto de la actividad del ser humano. Los cinco individuos están resguardados en el Ivic.

La colección también es refugio para la llamada “langosta zapatilla”, recolectada en el archipiélago Los Roques y la primera de su especie descrita para el Atlántico occidental. Crece hasta 12 centímetros y pertenece a una población altamente fecunda.

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