Opinión

Entre hambrunas

El injerencismo estadounidense contra Venezuela pasa por todas las capas del poder gringo

La dinámica que ha implementado la directiva de la AN, ahora con mayoría opositora, proyecta unas líneas cuyo guión lo arman en el Norte. De allá lanzan las consignas, las frases, cuyo impulso lo dan los medios de comunicación. El plan golpista para acabar con la revolución bolivariana (siendo Chávez su conductor), ha tenido diversas fases cuya intensidad se mide por la perversión que han asumido los radicales de derecha que no han dado tregua en el tiempo transcurrido.

El injerencismo estadounidense contra Venezuela pasa por todas las capas del poder gringo: va desde el presidente Obama, pasando por el Departamento de Estado, la CIA, el jefe del Comando Sur, la bancada republicana del Congreso; todo aquel que tenga un tufillo conservador se cree con derecho a opinar sobre nuestro país. Las recomendaciones siempre han condenado a Venezuela por su cercanía con el Gobierno cubano, con el de Irán y ahora con China.

Estados Unidos se mal acostumbró desde el siglo XIX a dictarles pautas a estas naciones. La soberbia sajona no perdona, ya que se creen predestinados a dirigir el mundo. La historia ha demostrado que es una situación de facto, siempre apelando a la política del “garrote vil”. El Gobierno gringo etiqueta, estigmatiza. Señala qué gobiernos son terroristas, cuáles son estados forajidos, y a los que integran la lista de países que trafican droga.

Venezuela siempre ha sido un dolor de cabeza para Estados Unidos, sobre todo en los últimos 17 años. Tanto Bush como Obama -con piel distinta, pero enajenados por la supremacía sajona- han proferido frases condenatorias contra el Gobierno de Venezuela. Con el manto retórico se cubre el plan intervencionista hacia el golpismo. El diseño milimétrico de la guerra económica -que ha perforado la distribución de alimentos en el país- responde a estos factores.

No es inocente ni fortuito el colapso para la obtención de los rubros alimenticios, de los medicamentos, de los repuestos para vehículos. Responde a un plan macabro y perverso para que haya un estallido social. Cuando John Kelly dice que ora al día 40 minutos por Venezuela y habla de la crisis humanitaria y de la hambruna, ya fija una matriz; en lo mismo anda Almagro y todos aquellos cuya obsesión es acabar con el chavismo.

Profesora UCV

/N.A

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