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En «El Gallito» la chicha se disfruta con ñapa

En la plaza "Florencio Jiménez" de Quíbor, poblado de Lara situado a 37 kilómetros de Barquisimeto, la capital de este estado centro-occidental del país, hay un puesto ambulante en el que se vende una chicha de arroz fresca, muy fría y sabrosa.

El carrito de color plateado con toldo rojo, parado en la acera de la calle 8 con esquina de la avenida Virgen de Altagracia de esa ciudad, lleva por nombre "El Gallito" y cuenta con más de cinco décadas en la venta de chicha. Pero, especialmente, se caracteriza por mantener una tradición venezolana prácticamente olvidada en la vorágine de la modernidad, esa de dar la ñapa.

Este puesto, de la familia Torrealba Linares, le ofrece a su fiel, concurrida y diaria clientela la posibilidad de disfrutar una cantidad extra de la bebida.

Gustavo Rafael Torrealba Linares, uno de los 10 hijos de los Torrealba y vendedor en "El Gallito", contó que el puesto lo abrieron en 1961 sus abuelos Rafael Emilio Torrealba López y María Martínez León.

Desde un principio, contó Gustavo, comenzaron a ofrecer la ñapa a todos los compradores de chicha del lugar.

"Esa fue una idea de mi abuelo, para atraer a la clientela", dijo Gustavo, quien recordó que en tiempos anteriores "los bodegueros (también les decían pulperos) del pueblo" de Quíbor y de otros pueblos venezolanos, "daban la ñapa": una una porción adicional del producto vendido al comprador, en agradecimiento por la adquisición del bien mercadeado.

Esa tradición se extendió a la chicha y los Torrealba siempre la han mantenido en honor a sus abuelos y a esa vieja costumbre venezolana y latinoamericana, que tiene orígenes prehispánicos.

Al respecto, Ángel Rosenblat en su libro Buenas y malas palabras explica que esa práctica demuestra "cómo una modalidad del espíritu indígena sobrevive, con profundo arraigo" en la vida venezolana y latinoamericana, pues la ñapa significa para los pueblos originarios "una especie de contra por el ‘feo pecado’ de cobrar" de los españoles.

Mantener la tradición

"El Gallito" debe su nombre al compromiso político de Rafael Emilio Torrealba: era militante del Partido Comunista de Venezuela (PCV), por lo que decidió usar el símbolo de la organización como emblema de su puesto de venta, que hoy rodean decenas de personas para disfrutar un vaso de chicha.

No obstante, en los inicios del puntofijismo, el asunto no era tan fácil. Al igual que todos aquellos militantes de esa organización, estuvo vigilado por la policía política de aquella época; también, fue seguido y en ocasiones perseguido.

Cuando Rafael Emilio Torrealba no pudo más con el negocio, lo traspasó a su hijo Rafael Emilio Torrealba León -padre de Gustavo- en 1992, año en que Hugo Chávez y los comandantes del 4-F se alzaron contra el puntofijismo.

En aquella época, Gustavo apenas tenía 14 años. "Desde entonces, junto a mis hermanos (Emilio y Junior), acompañamos a Papá en mantener este negocio familiar", del que se expende más 80 litros de chicha diariamente.

Su padre, hermanos y él preparan la chicha con una "fórmula secreta" hecha a base de harina de trigo y arroz, leche, azúcar y también hielo. Fue ideada por sus abuelos y se mantiene bajo estricto secreto familiar.

La chicha de "El Gallito" no es solo famosa en Quibor y lugares vecinos, también en otras regiones. Personalidades del país, políticos, artistas y otras figuras se acercan especialmente a probar esta bebida única con sabor larense.

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