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«Vienen con todo»

QUE NADIE SE ENGAÑE en el chavismo. El actual no es un proceso electoral: es una guerra a muerte. Como son todas las guerras que ocurren dentro de un país. Es una guerra civil no declarada, cuyos efectos letales se manifiestan de diversas maneras y desde hace tiempo. En el fondo es la continuación de la que estuvo a punto de estallar el 11 de abril de 2002 con la secuela inmediata del golpe petrolero.


QUE NADIE SE ENGAÑE en el chavismo. El actual no es un proceso electoral: es una guerra a muerte. Como son todas las guerras que ocurren dentro de un país. Es una guerra civil no declarada, cuyos efectos letales se manifiestan de diversas maneras y desde hace tiempo. En el fondo es la continuación de la que estuvo a punto de estallar el 11 de abril de 2002 con la secuela inmediata del golpe petrolero.

Venezuela no vivió en ese entonces la cruenta experiencia que, por ejemplo, vivió España en el 36, porque la derecha no tuvo fuelle, porque la Fuerza Armada fue leal a la Constitución y al presidente Chávez, y porque el pueblo mayoritariamente salió a la calle y aplastó a los golpistas.

PERO ESA GUERRA CIVIL siguió latente y tuvo otras manifestaciones, reiteradas y agresivas, que no cuajaron porque el proceso bolivariano se fortaleció y los factores de la derecha, apuntalados por Estados Unidos incurrieron en graves errores que le abrieron las puertas a Chávez para poner en marcha reformas que le quitaron poder a la oposición y desmantelaron sus aparatos subversivos.

AHORA LA CONSPIRACIÓN TIENE claro que el desafío del 7 de octubre es determinante. Este escribidor considera que esos sectores están más claros que el chavismo en el carácter dilemático, en lo que se juegan en esa fecha. Por eso están dispuestos a echar el resto.

Si es necesario que corra sangre no vacilarán en provocar la violencia. Si es necesario solicitar la intervención extranjera no vacilarán a la hora de recurrir a ella. Si es necesario aliarse con el demonio, lo harán sin escrúpulos. Su objetivo es impedir que Chávez gane las elecciones de octubre, lo cual significa para ellos la consolidación, por la vía legal, constitucional y democrática, de la revolución y la profundización de los cambios sociales y económicos.

Y como están conscientes de que tienen perdidas las elecciones van a extremar su estrategia de violencia, su actividad conspirativa, la guerra mediática, con el propósito de lograr la descalificación total de las comicios y poder reivindicar nacional e internacionalmente el carácter fraudulento de dicho evento.

ES EN ESE CONTEXTO donde hay que ubicar la actitud de un bribón como el exmagistrado Aponte. No hay que darle muchas vueltas al caso. El mismo indica, por su sordidez y perfidia, la inmensa capacidad que tienen los enemigos del proceso bolivariano para mover las piezas de la conjura. Lo que dice el sujeto, la desfachatez con que miente, tiene el propósito de deslegitimar no sólo al gobierno sino al Estado venezolano, a sus instituciones, y al liderazgo, comenzando por Chávez y siguiendo con la Fuerza Armada Nacional Bolivariana.

Todo ello en el marco de una ofensiva feroz de la cual es un buen ejemplo el editorial de El Nacional del pasado viernes 20, titulado La Cloaca Roja, en el cual se hace la siguiente defensa del bribón: “Del magistrado Aponte se puede decir cualquier cosa y lanzar insultos o aplaudir su acto de constricción. Pero estamos en deuda con él porque, luego de tanto tiempo, hemos penetrado al interior de la ballena, a sus entrañas sucias y malolientes, pero necesarias para rescatar la democracia que queremos”.

Una apología del delincuente, que indica la determinación de la oposición de actuar, no en el terreno democrático, sino de hacer lo que sea necesario para acabar con el proceso bolivariano y bañar en sangre al país. La ballena, con sus “entrañas sucias y malolientes” es precisamente esa: una oposición inescrupulosa, capaz de cualquier trastada.-

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