Opinión

Rosalinda es chavista

El escualidismo compulsivo no aprende

El escualidismo compulsivo no aprende. Cada vez que convierte un proceso electoral en la “hora final”, en un “ahora sí se van” o en “nos jugamos a Rosalinda”, despierta a un gigante: el chavismo profundo y telúrico. En lugar de colarse por los palos o las barandas, como perifoneaba Alí Khan, la derecha vocifera que la carrera es “pan comido”. Todo, para rodar en la recta de enfrente.

En víspera electoral, la MUD se fracciona entre quienes, seguros de su victoria aplastante, discuten qué hacer con el chavismo derrotado. Están los perdonavidas que prometen convivir “con nuestros hermanos rojitos”, frente a los talibanes que reclaman paredón para el chavismo comunista, ateo y comechamos. En esa pelea dejan de hablarse y así llegan a la noche en que una serena Tibisay Lucena les anuncia, con otras palabras, que pelaron irregulares esféricas. 

La MUD confía en varios tipos de votos inasibles: de “castigo”, “odio” o “rabia”. Su campaña estimula esos sentimientos, pero no sabe para dónde. Un analista de la barbería comentaba que la Mesa no logra capitalizar ni siquiera al antichavismo atávico, que hoy anda realengo. La tarjeta única no atrae porque impide las ansiadas facturas internas: entre Capriles y López, VP y PJ, lechuguinos y viejos de la Cuarta y los disidentes a los que Ramos Allup, en un plagiado desliz chavista, amenazó con reducirlos a “polvo cósmico”. 

La historia que enamore y el líder que la cuente (recomendación de Datanálisis) no aparecen. El mentor ideológico de la MUD, Jesús Torrealba, desconcierta con su verbo. Cada vez que perpetra un discurso, las encuestas se resienten. El analista barbero revela que la señora Machado llegó a comentar entre los suyos que prefiere flagelarse viendo Con el mazo dando a tener que sufrir un discurso del insólito conductor de la Mesa. El tribuno la confunde. 

La oposición, por ahora, disfruta una transición que se inventó. Ni el verbo orientador y cervantino de su máximo líder, ¿Chúo?, la saca de ese trance. No aprende que en toda contienda donde se juegue a Rosalinda, el chavismo siempre tendrá de su lado “el dado de la tarde linda”. 

Earle Herrera

Periodista / Profesor UCV

/N.A

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