Opinión

Periodismo sicario

El periodista de Televisa y el moderador de Telemundo seguramente confundieron el lugar desde donde dispararon, con la Venezuela bolivariana

Un tuit no mata, pero dirige la bala. El periodista mexicano, R. Alemán, fue despedido de Televisa porque habría instigado al asesinato del candidato presidencial López Obrador, algo tan plato del día en Venezuela, como los tacos en tierra azteca. La crónica roja o política, que allá es casi lo mismo, habla del “periodismo sicario”, una categoría que no incluí en mi agotado libro El que se robó el periodismo que lo devuelva.

La omisión en mi texto obedece a que el sicariato no es delito frecuente en Venezuela (aunque con Chávez y Maduro el fascismo intentó introducirlo), como sí lo es en esos paradigmas de la democracia y los derechos humanos que son México, la Honduras post-Celaya y la Colombia de Pastrana, Uribe y Santos, sin que la OEA y la UE se hayan dado cuenta.

El emperramiento con el chavismo en Estados Unidos y Europa, desde donde se podía (y se puede) amenazar de muerte impunemente (con sentencia, método y aplauso), a Hugo Chávez ayer y a Nicolás Maduro hoy, ha hecho que muchos “periodistas” pierdan el foco y disparen o lancen el matero desde donde no es. Les da por instigar al crimen en cualquier parte creyendo estar en Venezuela.

A Chávez hasta un respetado historiador lo llamaba mono (“Mico Mandante”, escribía) y la derecha universitaria aplaudía el racismo ilustrado. Un moderador venezolano chisteó en la televisión mayamera que la esposa de Obama parecía salida del planeta de los simios. No redondeó su genialidad cuando estaba en la calle con el trasero pateado en el planeta de los blancos.

El periodista de Televisa y el moderador de Telemundo seguramente confundieron el lugar desde donde dispararon, con la Venezuela bolivariana. De haber amenazado y ofendido desde aquí, el mundo los habría aplaudido y la academia premiado. Pero no estaban en Caracas ni su blanco era algún líder chavista. Y los echaron, aunque sea para guardar las formas.

La menor sanción que se aplique en Venezuela al racismo, la quema de personas o a la amenaza de muerte contra alguien, es condenada por el “mundo libre” -ONU, OEA y UE mediante- como un atentado a la libertad de expresión por parte de la “dictadura”. Aquí el periodismo sicario tiene licencia para injuriar, vilipendiar y matar, hasta con materos.

Earle Herrera
Profesor UCV

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