Opinión

Lectura del 09-12

El gran argumento utilizado por los dirigentes de la oposición para disfrazar el desastre en las elecciones municipales del 9-D, es que el pueblo no votó

1.- La capacidad de un liderazgo político se prueba en los momentos de adversidad y no en los de éxito. Sin necesidad de remontarnos, exageradamente, en el análisis de lo que ocurre en Venezuela contamos con dos reacciones definitorias de situaciones en las cuales se expresa la manera de actuar de aquellos que dirigen. Me refiero, concretamente, a lo sucedido con motivo de las elecciones parlamentarias del año 2.015, y lo que acaba de ocurrir, el pasado 9 de diciembre, en las elecciones municipales.

2.- En las parlamentarias del año 2015 el chavismo fue derrotado por la oposición en un episodio que provocó un fuerte impacto en la dirección del movimiento. Perder el control del Poder Legislativo -que cuenta con amplias facultades constitucionales-, en medio de un proceso de cambios radicales que requiere de sólido apoyo institucional, se puede afirmar que tiene efectos desoladores para cualquier movimiento político. ¿Pero qué ocurrió? Que la dirección tanto la del Gobierno como la del Partido Socialista Unido de Venezuela no se hundió en la desolación ni el desconcierto. Si no que, de inmediato, aceptó el veredicto del pueblo en las urnas electorales y asumió la responsabilidad en la derrota. En ningún momento la atribuyó a factores ajenos.

3.- ¿Cuál ha sido, ahora, la reacción del liderazgo opositor con motivo de la aplastante derrota del 9-D? Por una parte, la misma que siempre ha tenido en las 24 derrotas sufridas desde el año 1999 hasta hoy. Descalificar el resultado adverso a priori. Denunciar fraude sin aportar una sola prueba. Atribuir el fracaso a la supuesta parcialización del ente rector, el Consejo Nacional Electoral. Refugiarse en la cómoda posición de atribuir el fracaso a otros y silenciar, con increíble irresponsabilidad, las fallas propias.

4.- El gran argumento utilizado por los dirigentes de la oposición para disfrazar el desastre en las elecciones municipales del 9-D, es que el pueblo no votó. Es decir, que los ciudadanos son los únicos culpables de que los líderes fundamentales de la oposición, responsables de que ésta participara fracturada, carcomida por el personalismo, sin programa, sin capacidad de movilización, se hundiera en el fracaso más estrepitoso.

5.- Otro argumento de los dirigentes opositores, expuesto con impudicia, es que el gobierno y el chavismo fueron derrotados por la abstención, cuando lo cierto es que ésta (la abstención) terminó derrotando a la propia oposición, como acertadamente lo confiesan los candidatos a concejales del sector, a los cuales hay que reconocerles coraje cívico por haber encarado el desafío en solitario, aislados, lanzados al sacrificio por unos jefes que dieron una patética demostración de cobardía.

6.- Si en los círculos opositores del país -y en el ámbito internacional- no se reconoce que el gobierno de Nicolás Maduro y la alianza Psuv-Gran Polo Patriótico obtuvieron una contundente y limpia victoria en una elección como la municipal, y recurren a falsedades, a la distorsión mediática de lo que sucedió el 9-D, persistiendo en los errores que siempre los acompañan, propios de una inefable manera de hacer oposición que, por desgracia, padece Venezuela. Esa oposición, prisionera del odio y tutelada desde el exterior, no puede hacer política exitosa, y si insiste en hacerla no le queda otra opción que abrazarse a la violencia, al magnicidio -ya lo intentó- o a la última carta que el imperio y la derecha fascista tienen en la manga: la invasión militar. Con planes que ya están elaborados y listos para ser ejecutados a partir del próximo 10 de enero, fecha mítica escogida por la antipatria para consumar una nueva aventura.

LABERINTO
Un sector de la oposición que quiere integrarse al juego democrático participó en la elección del 9-D. El cogollo, el que tiene los recursos y los contactos con centros de poder, lo abandonó. Pero hay que reconocerle a los candidatos que postularon e hicieron campaña en medio de muchas dificultades, demostraron coraje y voluntad de tomar distancia de la política suicida del cogollo y que dieron la cara y se fajaron…

Si este sector que desafió la intriga, la agresión diaria, la descalificación, que no cedió a chantajes, persiste en participar en la actividad democrática y se aleja de las políticas aventureras, terminará ocupando el espacio que le corresponde a una verdadera oposición, la del debate ideológico y principista y el respeto a las instituciones…

Tan solo tiene que perseverar y no dejarse avasallar por aquellos que hasta ahora han demostrado incapacidad y torpeza. ¿No ha llegado acaso el momento para que una dirección errática, obsoleta, distante de la realidad, como la que ha llevado a la oposición al estado de coma en que se encuentra, se aparte? ¿Que el puesto lo ocupe la que tiene una visión distinta del acto de conducir y asuma la responsabilidad de dotar a Venezuela de una auténtica oposición que bastante la necesita?…

La restauración neoliberal en Argentina, con la elección de Mauricio Macri presidente, y como respuesta al proceso bolivariano venezolano, arribó a su tercer año en la Casa Rosada, en medio de un fracaso colosal: económico, financiero, político, institucional, ético, moral y de todo orden. Con el país endeudado hasta la coronilla, en manos del Fondo Monetario Internacional; con la nación más dividida que nunca; con una represión que revive las prácticas más abyectas de las dictaduras militares; con el padre y el hermano del presidente sometidos a una investigación judicial por el pago de sobornos en concesiones asignadas a empresas del holding familiar de los Macri, en fin, todo un desastre que pronostica la segura derrota en la próxima elección presidencial y el final del ensayo engañoso de la derecha…

En concreto, un clima de descomposición general que el brillante escritor y periodista argentino, Mempo Giardinelli, tomó la determinación de escribirle al presidente Macri una carta -publicada en el Diario Página 12 de Buenos Aires, el 10/12/2018- que comienza de la siguiente manera: “Señor Presidente: hoy cumple usted tres años en el máximo cargo republicano y aunque seguramente no leerá estas líneas (es fácil decir que usted no lee)), quiero decirle que en mi opinión es usted un traidor a la Patria y un inepto absoluto”. Más claro no canta un gallo…

Desde que Iván Duque ocupa la presidencia de Colombia hace pocos meses asesinan, en distintos lugares del país, a decenas de dirigentes sociales. Se puede decir que la cuenta macabra revela que se cometen, al menos, dos crímenes por día. La masacre de líderes humildes no tiene respuesta institucional. No actúa la Fiscalía, ni los jueces y, mucho menos, el presidente Duque, quien está muy preocupado por lo que pasa en Venezuela. Porque para el Mandatario vecino lo que cuenta es que Venezuela es, supuestamente, una dictadura. ¿Por qué no se ocupará, más bien, de los terribles problemas que aquejan al pueblo colombiano? Las masacres, el auge del narcotráfico, la corrupción en general, ya que hasta los aires de Odebrecht tocaron a las puertas de su bufete en el pasado reciente…

Alarma y escándalo por la visita al país de aviones rusos, pero silencio total ante las nueve bases norteamericanas en Colombia. No creo que por ahora haya enfrentamientos que pudieran afectarnos, pero de todas maneras hay que estar mosca. De mis lecturas sobre la guerra civil española recuerdo el apoyo descarado de la fuerza aérea alemana e italiana a los ejércitos de Franco, y como las democracias abandonaron a los leales a la República. Resultado: la victoria del fascismo y 40 años de dictadura…

Me despido por este año. Volveré con esta columna el 14 de enero.

 

José Vicente Rangel

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