De la Ciudad

Labor social de Petromotorizados combate abusos de transportistas

A las ocho de la mañana arranca la primera jornada de trabajo. La segunda es a partir de las cuatro de la tarde. Más de 100 integrantes de la Fuerza de Motorizados Fabricio Ojeda (o Petromotorizados, como se han autodenominado, más adelante les contaremos el porqué) arengan a los transeúntes que circulan por la esquina El Chorro a que suban a sus motocicletas para trasladarlos hasta el terminal de La Bandera completamente gratis.

Los pasajeros, aún incrédulos, pero necesitados de movilizarse hasta el suroeste de la ciudad, se colocan el casco, posan sus zapatos sobre los calapié, mientras el conductor arranca raudo hacia el punto antes señalado. Desde La Bandera, quien lo amerite, también puede llegar hasta la estación del Metro de El Valle en otra moto habilitada por los muchachos de la Fuerza Motorizada.

El objetivo de este servicio social –narraron Daniel Ávila y Erickson Naveda, integrantes de la referida organización de conductores de dos ruedas– es combatir el sabotaje implementado por los transportistas privados en contra de los pasajeros caraqueños, sobre todo con los que habitan en las parroquias Coche y El Valle.

Su aspiración es extender, paulatinamente, esta experiencia a otras zonas donde también se presentan los abusos antes señalados por los dueños de unidades colectivas contra los pasajeros. Entre ellas estarían La Vega hasta la parte alta, La Yaguara-El Junquito, desde la parte baja de Antímano hasta los sectores altos, y Caricuao-Plaza Venezuela, entre otras.

Cuando se creó la Brigada Motorizada Fabricio Ojeda, que opera desde la plaza de los Pueblos y Saberes, en la esquina El Chorro, en pleno casco histórico de la ciudad, a los muchachos se les asignó la misión de asumir tareas de defensa y fortalecimiento del proceso revolucionario con acciones sociales como la descrita. “Es lo que queremos seguir haciendo”, acotaron.

En el camino, mientras hacen el recorrido de El Chorro hasta La Bandera-El Valle, los motorizados van increpando a los choferes que bajan a los pasajeros en distintos puntos de la ciudad, con el fin de dividir las rutas habituales y así cobrar pasajes extras.

“Algunos se amotinan, pero nosotros les hablamos fuerte para que cojan su carril”, relataron.

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