Opinión

La otra muerte de Bin Laden

Debe ser muy profundo y convincente, apoyado en fuentes inéditas y confiables -aun siendo algunas de ellas anónimas-, para que el periodismo de investigación sea capaz de superar y estimular dudas sobre la versión oficial de un hecho extraordinario.

Por supuesto, casos trascendentes ha habido. El más importante seguramente es el conocido como “el caso Watergate”, en que dos periodistas de The Washington Post, después de una exigente investigación y bajo el control de la editora, demostraron la complicidad del presidente Nixon en la penetración del comando de campaña demócrata y, finalmente, el peso de la opinión pública lo obligó a renunciar.

Hubo otro caso de alta significación: el asesinato del presidente Kennedy, cuya versión oficial divulgaron y multiplicaron las agencias internacionales de noticias, con la AP a la cabeza, hasta que apareció la película JFK, de nuestro conocido Oliver Stone, que causó un gran impacto en la sociedad estadounidense y desde entonces aparecieron otros filmes, y hace poco Discovery Channel divulgó un nuevo documental para reforzar las dudas que ya existían. No sé qué revelaría una encuesta de opinión en EEUU. ¿Cuantos siguen creyendo en la versión oficial?

Ahora es Seymour Hersh, uno de los más destacados periodistas investigadores de ese país, ganador del Premio Pulitzer, quien nos ofrece (un eufemismo, porque las agencias la han ocultado) sobre la otra muerte de Bin Laden. Se había hecho famoso por descubrir la masacre de May Lay, en la guerra de Vietnam, y más recientemente sobre las prisiones y torturas en Abu Ghraib, en Iraq, desconocidas y desmentidas por la Casa Blanca. Seguramente ustedes vieron la película donde aparece la CIA como el responsable de su seguimiento, descubrimiento de su última escondite en Pakistán, y responsable de la planificación y ejecución y su muerte, mientras Barack Obama y sus más cercanos colaboradores de seguridad se supone que veían ese episodio desde la Casa Blanca. Para mí era la verdad de lo sucedido.

Naturalmente, ahora tengo razonables dudas. Según la versión de Hersh, los hechos ocurrieron de muy distinta manera. Bin Laden estaba preso por los Servicios de Inteligencia de Pakistán, parece que desde 2006, y en algún momento, varios años más tarde, gracias a la delación de un alto oficial pakistaní que habrá recibido hasta 25 millones de dólares, lo “descubrió” la CIA y lo plantearon al más alto nivel de los pakistaníes. Estos no tuvieron otra salida que entenderse con la CIA y, por demandas de Arabia Saudita que financiaba parte del operativo, debía ser inequívocamente muerto en el operativo de rescate y, aunque Hersh asegura que el cadáver no fue lanzado al mar, como se difundió, no informa cuál pudo ser el destino final.

Todas las fuentes que utilizó en su investigación, “salvo un alto cargo anónimo de inteligencia estadounidense, a dos consejeros que durante muchos años trabajaron para el Comando de Operaciones Especiales de EEUU”, fueron altos militares de inteligencia de Pakistán.

Como era de esperarse, dada la jerarquía del periodista en el campo de la investigación, Washington desmintió seguidamente esa versión.

¿Dónde está la verdad?

***

*Lamenté la muerte del paisano Alexis Márquez Rodríguez, como muchos otros amigos, profesores y alumnos. Ya había dejado de escribir su dominical columna de enseñanza de las palabras, su pasión de toda la vida. Por coincidencias de citas médicas, mía y de Aida, no pudimos acompañarlos. Mi sentida palabra. Paz a sus restos.

*Sorprende saber que siendo Venezuela un país con relaciones estratégicas con la República Popular China, no aparezca entre los 57 países miembros fundadores del Banco Interasiático de Desarrollo.

*Honestamente, no puedo creer que la jueza 12ª de juicio de Caracas, María Eugenia Núñez, piense que Teodoro Petkoff, en su estado de salud, sea un peligro inminente de fuga para obligarlo a presentarse al tribunal semanalmente. ¿No es hacer cumplir la ley con ensañamiento?

*Formalmente se inscribieron 585 hombres y 577 mujeres (1.162), de los cuales aproximadamente la mitad son jóvenes. Se supone que proporcionalmente viven en todo el país, que no hay municipio o parroquia que no conozca al menos a uno de ellos, y ellos, por supuesto, a sus parroquias, municipios y estados que aspiran a representar, cuando el domingo 28 se elijan los candidatos a las parlamentarias. Una sugerencia a cada uno de ellos: cuando hagan esos últimos recorridos antes de cerrar la campaña, vean, busquen las colas -que seguramente encontrarán en todas partes- y pregúntense si un porcentaje de quienes las hacen todos los días son votos seguros del chavismo. ¿Cuántos podrían abstenerse?

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