Opinión

Je suis Charlie

Los terroristas que atacaron a Charlie Hebdo son tan islámicos como cristianos los terroristas estadounidenses que devastan países árabes y judíos los terroristas que exterminan en Gaza. Como alemanes fueron los nazis o italianos los fascistas o españoles los franquistas o adecos los venezolanos. Nada que ver.

El terrorismo es funesto y encima tiene efectos colaterales, como la amalgama que se provoca entre cosas inconexas. El comunismo no tiene que ver con Stalin ni el cristianismo con Torquemada. El policía rematado durante el atentado era musulmán. Murió defendiendo el semanario que ofendía su religión, ofensas provocadoras que Daniel Cohn-Bendit llamó «pendejas» y «masoquistas».

Lo que voy a decir puede dar pie a interpretar que porque Occidente ha martirizado el Islam se justifica este atentado. No. Ningún atentado se justifica. No hay causa por noble que sea que valide matar inocentes alevosamente. Como Israel se deshonra cada vez que perpetra un crimen contra Palestina. Como cada guaya pérfida degrada cualquier decencia de la oposición. No debe la humanidad andar de tristeza en congoja a nombre de aspiraciones decorosas.

La historia es implacable. Desde por lo menos las Cruzadas Occidente ha marti-rizado el mundo islámico. Como el Islam oprimió a España durante 800 años. Pero este episodio de Charlie Hebdodebe verse en contexto. No se justifica el atentado porque el semanario ha hecho mofa y befa de valores sagrados del islamismo. No es recomendable burlarse de nada sagrado, lo digo yo que soy volteriano y echador, pero respeto la fe hasta de quien no respeta mi falta de fe. Eso no quiere decir que no se deba criticar lo criticable. Cualquier religión puede merecer crítica, como-cualquier cosa.

Ese semanario me solaza, a pesar de sus excesos y pesadeces, y me mataron, entre otros, al caricaturista George Wolinski, una de mis referencias en la vida. Charlie Hebdo se autocalifica de «irresponsable». Es agudo, blasfemo, adolescente eterno, llegó a burlarse de unos niños achicharrados en un accidente para criticar la sensi-blería burguesa. No deja títere con cabeza ni carga preso amarrado. Y últimamente andaba provocando esto, aunque este argumento es tan deleznable como el que sostiene que toda mujer violada provoca el estupro. El culpable es el lobo, no Caperucita.

Condeno un atentado que, además, mató parte de mi vida, yo también soy Char-lie, pero por eso mismo exhorto a no olvidar siglos de tragedia. Para no repetirla como comedia. Y evitar el fariseísmo que tanto ridiculiza Charlie Hebdo.

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