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El poeta de la simplicidad: Don Luis Mariano Rivera

Su ranchón en el estado Sucre, junto a su compañera de vida, una viejecita  candorosa y hacendosa, son patrimonio cultural no sólo de Carúpano sino de toda la región oriental, que dio valor a un poeta de a pie, a un poeta del campo, quien dejó plasmado que lo hermoso de la naturaleza está en el detalle, en la simplicidad de vivir, sin tapujos ni remilgos, que la poesía es como una gotita de agua que nadie toma en cuenta, hasta que un poeta como Rivera le da vida. 

Al cumplirse 16 años de la desaparición física de Don Luis Mariano Rivera, un poeta como pocos, quien cultivó en edad madura una prosa llena de naturaleza, amor y candidez, que nos remota a lo pueril, a lo sensatamente maravilloso de la naturaleza que nos rodea. Era y sigue siendo un ejemplo, un maestro de la armonía poética, quien descubrió tardíamente ese, su talento infinito  de contarnos en prosas sutiles y tiernas sobre  la belleza, la pureza de la simplicidad, de todo lo que nos rodea.

Luis Mariano Rivera,  muere en Carúpano, estado Sucre, el 15 de marzo de 2.002 a sus 95 años, dejando viuda a su gran compañera, su esposa que le acompañó hasta el final, escuchando sus versos aterciopelados de amor pueril.

Extraordinario cultor popular venezolano, nació en Canchunchú, estado Sucre, el pueblo al que  dedicó su famosa canción “Canchunchú florido”. Huérfano de madre, trabajó en el hato de su padre desde temprana edad.

Poeta, dramaturgo, cantante y compositor, quien a pesar de su escasa educación formal, desarrolló una abundante imaginación que le permitió expresar sus experiencias de vida y reflejar el paisaje en el que vivió.

De sus poemas surgieron bellas y famosas canciones como: La Guácara, Mi coma’e Juana María, y Juana Francisca.

Recibió la Orden Francisco de Miranda, Andrés Bello, Antonio José de Sucre, en su primera clase; doctorado Honoris Causa de la Universidad de Oriente (UDO), entre otras.

Sus canciones fueron interpretadas por Simón Díaz, Gualberto Ibarreto, Cecilia Todd, Serenata Guayanesa, Orquesta Filarmónica de Londres, entre otros.

Así de simple, Don Mariano le dedicaba su prosa a lo más sencillo como esta:

La Cerecita (Luis Mariano Rivera)

Cerecita  de  mi  monte

frutica  sabrosa  y  pura,

acidito  de  mi  cielo

y  de  mi  tierra  dulzura.

Cerecita,  cerecita,

silvestre  frutica  mía,

eres  juguito  de  amor

en  corazón  de  alegría.

 

Eres  canto  de  ilusión

cuando  adornan  tus colores

el verdor  de  las  ramitas

donde  cuajaron  tus  flores.

A  pesar de que  eres  buena

y de  sabor  exquisito,

nadie  siembra  tu  semilla

nadie  riega tu  arbolito.

 

Semeruco  a  ti  te llaman

en las  tierras  de  Occidente,

cerecita  te  llamamos

en nuestras  tierras  de Oriente.

 

Cerecita,  cerecita,

silvestre  frutica  mía,

eres  juguito  de  amor

en  corazón  de  alegría.

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