Culturales

El hacedor de barriles sonoros

El taller de percusión de Marcos Ovidio Gutiérrez ocupa parte de la planta baja de uno de los edificios de Hornos de Cal, en San Agustín del Sur

Marcos Ovidio tiene las manos regordetas y ásperas de tanto trajinar la madera. Es un artista, un orfebre. Hoy se da el lujo de moldear el ébano con máquinas especiales y los aros son tornados de manera mecánica, pero en sus tiempos mozos solo había serrucho, clavo y martillo.
“Eso es correcto, periodista. En estos días llevamos alguna ventaja, pero antes teníamos que sudar la gota gorda para hacer los instrumentos”, dice.

El taller de percusión de Marcos Ovidio Gutiérrez ocupa parte de la planta baja de uno de los edificios de Hornos de Cal, en San Agustín del Sur. Su labor es legendaria, porque le fue transmitida por su padre Carlos Gutiérrez. Todo comenzó antes del nacimiento de Marcos Ovidio, marcado el 7 de octubre de 1938.
“Yo nací en medio de esos barriles, porque cuando vine al mundo en San Agustín ya mi viejo tenía el taller. Él fabricaba toneles para el envejecimiento de licores: whisky, ron, brandy, todo eso que mientras más viejo sabe mejor”.
—¿Cuándo comenzó la construcción de los instrumentos?
—Fíjate, cuando comenzó a descender la construcción de toneles a él se le ocurrió la idea, por sugerencia del empresario musical Castillo Díaz, de fabricar las tumbadoras. Él era perfeccionista y le gustaba el sonido que, luego de ponerle los cueros, emitían los barriles. Entendió que los sonidos eran distintos de acuerdo al volumen del barril. Yo, como muchacho al fin, curioseaba por todo el taller y fui aprendiendo a la par de mis estudios.
Marcos Ovidio se emociona en su relato. Confiesa que una de sus grandes satisfacciones fue y siempre será el ver uno de sus instrumentos emitiendo los sonidos que le son propios, “porque uno siente que algo que uno ha hecho cobra vida en las manos del ejecutante, eso es algo muy grande”.
—¿Gutiérrez era el único hacedor en esos tiempos?
—Pues sí. Él era el único que las hacía y las vendía. Lo que pasa es que Castillo no trajo más congas y las agrupaciones tuvieron que recurrir al viejo.

LOS HERRAJES DE LAS TUMBADORAS

A ciencia cierta no se sabe si fue Carlos “Patato” Valdés o el venezolano Carlos Gutiérrez el que inventó los herrajes para afinar las congas. Lo cierto es que la idea vino a solucionar el gran problema de los percusionistas, quienes tenían que calentar con una vela o con reverbero el cuero de los barriles para afinarlos.
“Yo digo que lo de Patato fue después, porque el único instrumento que tenía herraje era el bombo, que lo hacían en Francia. El viejo agarró esas congas que venían clavadas y les colocó herraje. Se inventó el aro, las orejas, la base y hasta el tornillo. Nosotros teníamos que hacerlo todo. Más tarde, Carlos Landaeta, comercializó esas congas con el sello Pan con Queso. Ellos eran muy buenos amigos y Pan con Queso tenía excelentes relaciones. Creo que ambos se beneficiaron con ese negocio”.

Cuenta Marcos Ovidio que un italiano que tenía un local musical en La Concordia mandó a hacer en Italia 4 mil 500 aros de bongó y de tumbadora, pero no calculó el espacio del cuero ni del alambre. “Los mando a hacer a lo loco y como no los pudo utilizar se los vendió a Carlos Gutiérrez y él los arregló. Para hacer esas cosas hay que tener mucho cálculo”.
—¿Cuánto tiempo llevas de hacedor de barriles?
—¡Auuuuuuuuuuu! Me dicen el hombre lobo, porque esa es mi respuesta (risas). Te puedo decir que he vivido de este oficio desde que me conozco. Con decirte que las mías suenan mejor que las LP y todas esas que andan por allí. El secreto es que las mías son artesanales, no se venden como chorizos sino que están hechas para cada instrumentista, con mucho cariño. Son exclusivas y no son tan caras.

 


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