Opinión

Decencia de los intocables

En la semana que terminó este domingo ambas tuvieron roles protagónicos en los medios y el factor común de las dos actuaciones fue la “decencia”

¿Ud. ve las diferencias entre Lilian Tintori y la rectora Cecilia García Arocha? Una es catira cabello blondo y la otra, oscuro y corto; una viaja con los paparazis detrás y la otra se mueve entre las sombras; una se ufana de ser la esposa del líder preso por la dictadura chavista, y la otra se muestra mártir de un gobierno que le niega presupuesto.

Ahhh… pero ambas están de acuerdo en que ellas son el prototipo de la “decencia” contra la “indecencia” del despotismo y la crueldad inculta, grosera y violenta de un gobierno totalitario.

En la semana que terminó este domingo ambas tuvieron roles protagónicos en los medios y el factor común de las dos actuaciones fue la “decencia”.

La una se lanzó, en común y secretísimo acuerdo con el sentenciado de Ramo Verde, contra un oficial de nuestra Fuerza Armada Nacional Bolivariana exigiendo lo inexigible, presionando más allá del límite, con miras a generar un conflicto. Las grabaciones son un bocado de cardenal, y muestran como el militar mantiene la calma y ella grita, patalea, se desmelena, tratando de grabar un drama inexistente donde ella es la víctima. Eso sí, llega al mediodía a la visita cuando ésta comienza a las 8 de la mañana, y quiere hacer fiestas, reuniones familiares, convites, pero da la impresión que se equivocó de pran. Éste no manda ni a las chiripas que lo acompañan en el calabozo. Pero, eso sí, se definen como los adalides de la decencia, de la honorabilidad, de lo bueno, de lo limpio.

La otra, la García Arocha, se presenta con Carlos Croes en Televén y con su nariz muy espolvoreada, se enorgulleció que después de dos o más semestres tirados a pérdida en la Universidad Central de Venezuela, por fin hay consenso docente para recomenzar las clases. Otro ahhhh…. Ella afirma que el problema lo tiene con el presupuesto, con los créditos adicionales, se medio ofende si le recuerdan que tienen años en el coroto, no habla de los ingresos extraordinarios que nadie sabe a dónde van a parar, y mucho menos explica qué tipo de investigación en pro de la ruptura de lazos de dependencia hace esa casa de estudios. Su discurso regresa, una y otra vez, a la “decencia” de ella y su equipo contra la vulgaridad, la maledicencia y la brutalidad del gobierno y sus universidades.

Y es que para estas dos mujeres, la “decencia” es que las dejen hacer los que les venga en gana, incluyendo abusar del poder, ofender, calumniar, estafar a la opinión pública, violentar el orden y complotar contra la paz y el bien común.

Su “decencia” puede pasar por guarimbas, guayas asesinas, preescolares incendiados, funcionarios asesinados física y moralmente, años de vida perdidos para estudiantes y docentes, inoculación de patrones conductuales de egoísmo, egolatría, desconocimiento de las leyes, anarquía y, principalmente, una servidumbre total y absoluta a los intereses foráneos.

Y nos volvemos a preguntar con decencia: ¿Ud. ve la diferencia entre este par de intocables?

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